—Corrígeme si me equivoco, pero esa sonrisa estaba relacionada
con Damian ¿no?—Anneka me sacó de mis pensamientos, me miraba sonriendo con
interés
—¿Por qué lo dices?—pensó su respuesta un momento
—Bueno… Es que cuando estás con él eres diferente, me refiero a
que pareces más honesta—la miré extrañada, no recordaba haber sido honesta con
él en ningún momento a excepción de la visita al cementerio. Semine aclaró.
—Se refiere a tus emociones, normalmente escondes lo que estas
sintiendo, pero con él muestras tu enfado y tu tristeza—no pude negar que fuera
cierto, pero no era por el motivo que estaban insinuando.
—Eso es porque es idiota—dije refunfuñando. No pudieron evitar
reír al verme la cara.
Gradualmente las risas pararon y las tres guardaron silencio con
una cara pensativa, Anneka volvió a hablar.
—La verdad, es que te estábamos esperando—la miré algo extrañada
—¿A mí? ¿Por qué?
—¿Recuerdas lo que pasó hace unos días con mi hermana?—la verdad
es que lo había olvidado por completo, pero asentí. Anneka me sonrió, pero su
alegría se mostró algo débil—me sentía mal por dejarte un poco de lado, así que
creo que debería contarte un poco. No le respondí, me limité a escuchar su
historia en silencio
>>Yo vivía en las afueras, en una casa pequeña y ruinosa,
mi madre nos cuidaba a mí y a mi hermana, que era tan solo un bebé, mi padre
era un borracho y maltrataba a mi madre a menudo, cuando él llegaba yo corría a
esconderme y escuchaba como le gritaba a mi madre.
Un día cuando regresó, yo fui al cuarto donde estaba mi hermana,
mi madre la había dejado en el suelo sobre una pequeña alfombra, ese día
recuerdo los gritos peor de lo habitual, me asusté y vi la ventana abierta.
Aunque tenía solo 4 años, ideé rápidamente una forma de salir de allí, supongo
que sería el miedo, escuché como se acercaba a la habitación, así que le puse
el pestillo a la puerta y puse delante todo lo que pude mover, oía a mi madre
gritando a mi padre para que no se acercara a la habitación.
Tiré hacia afuera todas
las almohadas y mantas que encontré para sacar a mi hermana de allí, luego me
colgué una mochila en la espalda y puse a mi hermana sobre una sábana, la cerré
como un saco y con cuidado la bajé por la ventana, ella empezó a llorar y yo
salí por la ventana, afortunadamente nuestra casa era muy baja para que pudiera
lastimarme, metí una de las mantas en la mochila, levanté a mi hermana y caminé
hacia mi triciclo lo más rápido que pude, puse a mi hermana en la cesta y me
subí. Cuando empecé a pedalear escuché a mi padre gritarme, me había
descubierto. Empecé a pedalear hacia la carretera, mi madre me gritó que me
fuera, que pedaleara más rápido, escuché como intentaba retener a mi padre para
que no nos alcanzara, pero no era capaz de mirar hacia atrás.
De repente un grito
desgarrador me hizo pedalear aún más
fuerte. Cuando llegué a la cuidad el
triciclo no aguantó mucho más, cogí a mi hermana de la cesta y la arropé con la
manta de mi mochila, estaba cansada, no daba para más, pero seguí caminando,
sentía que si paraba mi padre nos encontraría, así que seguí, empezó a llover y
por fin paré en una parada de autobús que tenía techo, allí me acurruqué
abrazando a mi hermana. Por allí pasó María y nos acogió. Poco después mi padre
fue juzgado y condenado a la cárcel por maltrato y asesinato.
Me quedé totalmente en blanco al oír su historia. Miraba al
suelo mientras sus palabras resonaban en mi cabeza e imaginaba su
desesperación. La habitación estaba en silencio, levanté la vista y me encontré
con una sonrisa algo triste de Anneka.
—A partir de ese momento decidí cuidar de mi hermana, y prometí
darle una vida mejor, con un hogar cálido y feliz.—suspiró y bajó la mirada—Sin
embargo eso pronto se volvió una obsesión y fui demasiado sobreprotectora con
ella. Karen era una niña adorable, por lo que varias parejas se interesaron en
ella durante el tiempo que estuvo aquí, sin embargo yo no permití que se la
llevara cualquiera. Siempre me aseguraba de hablar con las parejas y asegurarme
de que le ofrecerían una vida feliz, si no me convencían no permitía que se la
llevaran.—levantó la cabeza y sonrió al vacío recordando su pasado—Ella no
tardó en descubrirlo, se enfadó mucho cuando supo de que la razón de que
ninguno se la hubiera llevado era yo. Por ese entonces ella estaba algo molesta
porque me había vuelto muy cercana a Britta y la había dejado un poco de lado.
Tuvimos una pelea, ella me gritó y dijo que la dejara en paz, que no quería
verme más—rió—aunque no me tomé muy en serio las palabras de una niña de cuatro
años. Ese día había tenido una entrevista con una pareja, con la cual fui a
hablar después, pero Karen me vió y quiso escuchar la conversación. Fue ahí
cuando nuestra relación se rompió. Vi su partida relativamente tranquila,
porque sus nuevos padres me parecían perfectos para ella y habían prometido
darle una vida feliz, además me dijeron que podía visitarla cuando
quisiera.—suspiró de nuevo—Ese año fui a visitarla en navidad, pero no quiso
dirigirme la palabra, ni siquiera me miró. Intenté ir varias veces más, pero se
encerraba en su cuarto y no había forma de sacarla. Terminé rindiéndome, decidí
esperar a que ella quisiera buscarme, pero hasta ahora eso no ha sucedido.—me
sonrió de nuevo para suavisar la situación—Ella ahora tiene once años, y se la
llevaron cuando tenía cuatro.
La escuché atentamente hasta el final, pero seguía sin saber
cuál era el punto de contarme todo eso.
—Yo… lo siento mucho, no tenía ni idea—Anneka rió esta vez con
la vitalidad de siempre
—No importa, algún día reconquistaré a mi hermanita—luego me
miró algo más seria—la verdad es que quería pedirte un favor, pero antes tenías
que saber todo esto.—la miré fijamente y escuché su petición—Quiero que
investigues a Damian—me sentí algo confundida.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Verás. Él llegó aquí poco después de que Karen llegara por fin
a casa con claros signos de haber sido secuestrada, además se está escondiendo
por alguna razón, lo que quiere decir que hizo algo malo. No me parece una
coincidencia, creo que Damian tiene algo que ver con este incidente.—pensé sus
palabras, su teoría tenía cierto sentido.
—¿Entonces me pide que averigüe si tuvo algo que ver?—asintió
—No tienes que interrogarlo, sólo decirme cualquier cosa que te
parezca sospechosa—en ese momento recordé la mochila, claramente era de una
chica, y por lo que decía la nota la había dejado en algún lugar donde podría
haberla puesto en peligro. Experimenté un dilema al no saber si contarle lo de
la mochila o no, me parecía sospechoso, pero si él la había secuestrado me parecía
contradictorio que la ayudara.—¿No se te ocurre nada?
—La verdad es que no habla mucho…
—Ya veo… entonces habrá que esperar—me sonrió una última vez y
se despidió diciendo que era muy tarde. Britta también se levantó y se despidió
con la mano antes de cerrar la puerta.
Una vez que Semine y yo nos fuimos a la cama y la habitación
quedó a oscuras intenté cerrar los ojos para descansar un poco, pero tenía
mucho que pensar, y seguramente tendría que atender un asunto esa noche.
Después de un rato escuché la voz de Semine
—¿Te hemos quitado el sueño?—me sorprendí de que me descubriera,
ya que no me había movido
—Lo siento, ¿estoy haciendo ruido?—bostezó
—En realidad no, es solo que tu respiración es diferente cuando
estás metida en tus pensamientos
—¿En serio? ¿Pero cómo es posible que puedas notarlo?—escuché a
Semine incorporarse en la cama y vi sus pies colgando desde la cama de arriba
—Porque duermo en la misma habitación que tú todas las noches y
se cuando estas durmiendo y cuando no.—tenía sentido tomando en cuenta el oído
tan agudo que tenía, pero me sentí espiada en aquel momento—Bueno, pero ya que
estamos, cuéntame que es lo que te inquieta
—No es que me inquiete… Simplemente estaba pensando en el
contraste que hay entre la personalidad de Anneka y lo que ha vivido—no era del
todo cierto, pero no podía contarle sobre la mochila.
—La verdad es que lo único que le importaba era proteger a su
hermana de cualquier cosa que pudiera hacerla infeliz, nunca le contó sobre sus
padres, sobre el juicio o sobre cómo llegaron al orfanato. Aunque preguntó ella
siempre respondió con evasivas, eso ayudó a que su relación terminara así.
—Pero solo fue una pelea de niños ¿no? ¿Por qué no lo sigue
intentando? ¿No pensará que Anneka se ha rendido?
—Bueno, siguió visitándola hasta que ella cumplió seis años,
luego la llamaba por teléfono, pero nunca quería contestar, aún así Anneka se
comunica con sus padres a menudo para preguntar cómo está, fue así como se
enteró de su desaparición—Semine balanceaba sus pies desde arriba y hablaba
dulcemente, por alguna razón eso me ayudaba a reflexionar, hacía que me
sumergiera en sus palabras.
—¿Cómo fue juzgado el padre de Anneka?
—Primero María fue a hacer la denuncia, encontraron el cuerpo de
la madre de Anneka y le preguntaron sobre la vida que había tenido con sus
padres, además también investigaron por su cuenta, con todo eso lograron ir a
juicio y su padre fue condenado a treinta años en prisión por maltatar y luego
asesinar a su madre. Luego se decidió que Anneka y su hermana se quedaran en el
orfanato, ya que no tenían conocimiento de ningún familiar que pudiera
responsabilizarse por ellas—en ese momento recordé que María había mencionado
que debía demostrar la necesidad de Damian de estar en el orfanato, así que lo
que quería era presentar una denuncia, justo como esa vez…
—Dime, Anneka y su hermana, ¿se parecen mucho?—Semine rió
—Pues… no sabría decirte—me sentí algo estúpida al preguntar
—Lo siento, a veces se me olvida—volvió a reír
—No importa, de todas formas, en cuanto a personalidad—se calló
de repente y sus pies dejaron de balancearse
—¿Qué ocurre?—me mandó a callar
—Shh…—me incorporé en la cama lentamente—¿Lo escuchas?—dijo en
un susurro. Presté más atención y pude distinguir pasos en las escaleras, cada
vez más cerca—eso era lo que había estado esperando, no pude evitar que una
sonrisa cruzara mi cara
—Te cacé—dije para mí misma. Semine pareció confundida
—¿A qué te refieres?—preguntó aún susurrando. Volví a sonreír
intentando aguantar la risa
—No sé si bendecir o maldecir ese maravilloso oído tuyo,
Semine—luego me levanté de la cama intentando que rechinara lo menos posible y
sonreí a su cara de confusión antes de salir corriendo.
—¿Eh…?
Salí al pasillo y me paré justo antes de empezar la escalera de
bajada, me asomé hacia abajo y vi su cabeza, me llevaba dos escaleras ventaja.
Bajé los escalones rápidamente pero sin hacer ruido, de modo que ahora sólo me
llevaba una escalera de ventaja, de vez en cuando se paraba y miraba hacia
atrás, pero la distancia entre los dos y la oscuridad me permitía esconderme y
no ser descubierta, finalmente llegamos a la planta baja, solo me faltaba bajar
la escalera corta que conectaba la planta baja con la entrada. Esperé a que
llegara a la puerta y entonces salté hasta el comienzo de esa última escalera,
lo cual hizo que se girara bruscamente.
—Ah, ¿así que solo eras tú?—pareció relajarse y se giró hacia la
puerta de nuevo, intentando abrirla. Lo señalé enérgicamente y fingí estar
enfadada
—¡Silencio escoria! he venido a retenerte por tus crímenes—se
giró de nuevo y me miró de arriba abajo
—¿Pero qué estás diciendo? ¿Acaso eres sonámbula?—reí y relajé
mi postura. Damian siguió intentando abrir la puerta
—Tal vez, pero ahora no—luego bajé hacia donde estaba—está
cerrada, no podrás abrirla.
—¿Entonces para qué has venido si no podría salir?—reí de nuevo
—Para hacerte una emboscada—se detuvo y luego se giró mirándome
extrañado
—¿Pero qué te han hecho? ¿Los pitufos te han dado de su
droga?—intenté no hacer ruido al reír y me encorvé conteniendo mis carcajadas,
no podía negar haber utilizado ese nombre en mis pensamientos para referirme a
los niños del orfanato.
—No han sido ellos… De todas formas, ¿por qué sigues aquí si
sabes que está cerrada?—levantó una de sus manos y me mostró algunas herramientas
—Porque puedo abrirla—no pude esconder mi sorpresa
—¿De verdad? ¡Quiero ver!—me miró como si estuviera loca de
nuevo y suspiró con resignación antes de volver a su labor. Después de un
momento se escuchó un ruido de la cerradura y Damian pudo abrir la puerta,
luego me la señaló con la mano.
—¿Contenta?—sonreí aplaudiendo silenciosamente
—Sí, ¿y ahora qué?—me miró por un momento
—Ahora me voy—me dio la espalda y levantó una mochila negra del
suelo que no había visto antes para colgársela en el hombro. Cambié mi
expresión, esta era la razón por la que había venido. Cerré de nuevo dando un
portazo.
—Esa si es tu cara, me estabas asustando—dijo riendo mientras me
miraba.
—¿Adónde se supone que vas?
—¿Tengo que decírtelo?
—Está bien, ¿por qué te vas? En primer lugar, ¿no se supone que
te quedaste aquí porque estabas a salvo? ¿Qué sentido tiene que te vayas?—esa
sonrisa que tanto me molestaba volvía a estar en su cara
—¿Te estás preocupando por mí?
—No me gusta hacer un trabajo mediocre—rió
—Me gustas más cuando eres difícil de tratar, es más
divertido—suspiré e intenté sonar más cercana, algo me decía que el asunto era
mucho más grave de lo que supuse al principio.
—¿De quién estás huyendo?—desvió la mirada hacia el suelo
frunciendo el ceño. Después de un corto silencio decidió responder.
—Mi padre…
Un escalofrío pareció recorrer su cuerpo cuando lo mencionó. Fue
entonces cuando empecé a comprender al chico que tenía delante, y también pude
darme cuenta de la manera en la que el pasado puede pesar sobre nuestra
espalda.